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Serie de artículos sobre los signos del Zodiaco enfocándolos como facetas del psiquismo humano y caminos evolutivos que todos recorremos.

Qué simbolizan energéticamente y psicológicamente:

El Zodiaco refleja la evolución anual de la energía y la transformación de la naturaleza a lo largo del año solar. Dentro de este ciclo, la primavera es la época que pone especial énfasis en la sexualidad reproductiva.

Ya vimos con Aries, signo yang, cuyo simbolismo está vinculado al deseo, la hinchazón de los vegetales por la subida de la savia, que es análoga a la hinchazón de los genitales con la excitación. Luego vimos en Tauro, un signo yin, la apertura, la receptividad sensorial que produce placer, y que produce también la fecundidad, la capacidad de recibir. Y ahora, con Géminis, cerramos el período primaveral ligado a la sexualidad con el intercambio de información.

A primera vista, Géminis no tiene mucho que ver con lo sexual pues es un signo mental, ligado al pensamiento y la abstracción. Pero, ¿qué se produce en la reproducción sexual? Se da un intercambio de información genética; ya sea en la reproducción de un vegetal, de un animal o de un ser humano, dos genomas intercambian sus informaciones y crean un tercer ser.

De hecho, el número 3 es el lugar de Géminis en la secuencia zodiacal; es el tercer signo del Zodiaco, simbolizando la creación del uno diferente a partir de dos que se unen. Ese tercero es parecido a los dos que lo han creado, pero a la vez diferente de ambos. Dentro de cada especie se mantiene una cierta homogeneidad, coherencia que hace que un mirlo sea un mirlo y no sea un abeto, y un abeto no sea un gusano, pero cada gusano y cada abeto y cada mirlo tiene un genoma un poquito diferente del de sus padres, como nosotros también. Así, la diversidad, esa biodiversidad que caracteriza la vida en la Tierra, es debida al intercambio de información que se da a través de la reproducción.

Si llevamos esta observación al nivel mental humano, que es el ámbito privilegiado del Aire, el elemento al cual pertenece el signo de Géminis, tenemos la comunicación verbal, que nos permite intercambiar información entre mentes. El intercambio de ideas entre dos o más personas es un proceso creativo que puede dar luz a ideas nuevas, a las cuales uno solo no hubiera podido llegar.

La comunicación verbal también se caracteriza por esta ambivalencia reflejada en el símbolo de Géminis: lo mismo pero diferente, como los gemelos.

En efecto, para poder comunicarnos, necesitamos un lenguaje común. Cuanto más lenguaje común tenga con alguien, (idioma común, códigos socio-culturales comunes, información personal porque nos conocemos…), más fluida va a ser la comunicación; y al revés, cuanto menos lenguaje tengamos en común, más escasa, limitada y laboriosa va a ser la comunicación. Sin embargo, incluso entre dos personas que se conozcan mucho, que tengan, digamos, una gran similaridad mental y un código común muy asentado, siempre quedará una irreductible diferencia en la manera en que cada uno connota las palabras según las situaciones. Ahí está la complejidad y la sutileza de la comunicación, de esta compleja y potentísima herramienta que es el lenguaje verbal y la comunicación verbal.

Camino evolutivo

La sutileza y complejidad de la comunicación tienen que ver con el elemento Aire al cual pertenece Géminis; el Aire es sutil, ligero, es inasible y es versátil.

El aprendizaje geminiano que todos hacemos es aprender a comunicarnos; elegir propiamente las palabras que nos permitirán expresar lo que sentimos o pensamos, que esto sea entendido por otra persona, es decir, adaptarlas también al interlocutor, prever las posibles interpretaciones, estar atentos a las interpretaciones que nosotros hacemos también de lo que los demás nos dicen.

O sea, ahí hay un trabajo de atención, de ajuste permanente, que requiere una inteligencia vincular. Una persona que no tenga esta habilidad de utilizar con conciencia la comunicación irá «monologando» por la vida, no dialogando; porque no sabe escuchar, ni darse a entender, pues presupone que los demás ya le entendieron sin haberse esforzado para que esto efectivamente sea el caso. Darse a entender y entender a los demás en la comunicación requiere un esfuerzo, una atención, una averiguación constante, una escucha. De hecho, la escucha es una cualidad del Aire en general.

Ahora, la función de la palabra no sólo es comunicativa. La palabra es lo que nos permite pensar y lo que da existencia a los conceptos. No podemos nombrar algo de lo cual no seamos consciente, y recíprocamente, nombrar algo nos puede hacer consciente de algo que estaba preconsciente, subconsciente. O sea que el uso del lenguaje refleja la conciencia que tenemos de las cosas, tanto individualmente como colectivamente. De hecho, hay conceptos que hoy en día usamos que hace décadas o siglos no existían, porque no había tal conciencia de estas realidades, que evidentemente sí estaban, pero no había esta mirada sobre ellas. A nivel individual, podemos observar que, a medida que maduramos y que nuestra conciencia se desarrolla, podemos nombrar cosas que antes no podíamos nombrar. O también que nombramos las mismas cosas, pero detrás de ese nombrar ya hay otra riqueza, hay otra conciencia. En esto vemos cómo Mercurio contribuye al desarrollo de la conciencia; llevando los contenidos pre- o subconscientes a la conciencia mediante el lenguaje.

Todos los planetas contribuyen al desarrollo de la conciencia. De hecho, si concebimos una carta natal como el mapa de una conciencia, los planetas simbolizan aquellas funciones psíquicas que, cada una con su especialidad, contribuyen a que esta conciencia crezca, se desarrolle. Así, la función de Mercurio en este desarrollo de nuestra conciencia es, en primer lugar, conectar nuestras mentes, conectar nuestras conciencias a través de nuestras mentes, y hacer de esta manera que nuestras conciencias se desarrollen, porque ninguna conciencia se puede desarrollar aisladamente; nos desarrollamos los unos con los otros y gracias a los otros, a través del intercambio que Mercurio potencia y fomenta. Y en segundo lugar, mediante el proceso de llevar los contenidos inconscientes a la conciencia.

Ahí yo visualizo a Mercurio como un pescador que, con una red, trae esos contenidos que están ahí en la orilla de lo inconsciente; esa orilla que es fluctuante, no es una orilla recta, lineal y clara entre consciente e inconsciente; tiene mucho flujo y reflujo. Y Mercurio pesca estos contenidos que están a punto de salir y los trae a la orilla.

Hermés en la mitología griega; Mercurio en la mitología latina, es el mensajero de los dioses. Es un dios alado, tiene alas en los tobillos y en el casco, y esto simboliza la capacidad de movimiento, la versatilidad y la agilidad de Mercurio, pero sobre todo es mensajero. ¿Y los mensajes, a quién y de quién los trae? Entre los distintos niveles, justamente. Entre los dioses del Olimpo, los hombres y el inframundo; o sea, entre los distintos niveles de la conciencia. De hecho, Mercurio es el único que puede bajar al inframundo y volver de ahí. Desde lo más inconsciente simbolizado por el reino de Hadès, el reino de lo amorfo, hasta lo más consciente que sería el Olimpo, la claridad, la luz, hay distintos niveles, Mercurio es el que hace de mensajero conectando los distintos niveles; el que permite que los contenidos puedan pasar de un nivel a otro; llevando lo que aún no tiene forma a la forma, visible.

De esta manera, el lenguaje, al verbalizar sensaciones que aún eran preconscientes, subconscientes, las hace existir, y asimismo las valida, las legitimiza. Este es un proceso muy importante en nuestro crecimiento psíquico y en el desarrollo de nuestra conciencia. A medida que nuestras sensaciones son verbalizadas, a veces por nosotros mismos, pero muchas veces ayudados por otras personas, experimentamos una gran liberación, pues esto las valida y las legitimiza. Cuando no conseguimos verbalizar las sensaciones, las emociones, o cuando nos negamos a hacerlo, las reprimimos. O sea que hacemos como si no estuvieran, como si no existieran. Y cuando hacemos esto, las sensaciones y emociones que están en el preconsciente, actúan desde ahí, actúan desde la sombra. De ahí la necesidad de verbalizar los contenidos inconscientes cuando ya están maduros para hacerlo. Porque esto les da una forma, una existencia, dentro de la conciencia, a partir de la cual podremos ir modificando nuestra percepción de ellos e ir integrándolos. Mientras un contenido, una sensación, una emoción se queda en el nivel subconsciente, no puede ser integrada a la conciencia y a la personalidad.

De forma que Mercurio es la función de comunicación. Tanto la comunicación horizontal entre nosotros y nuestros semejantes, como la comunicación vertical entre los distintos niveles de conciencia. Y estas dos comunicaciones colaboran, se entretejen, ¿cómo? Justamente es gracias a la comunicación que yo tengo con otras personas que verbalizo y que puedo hacer emerger contenidos inconscientes a la conciencia para luego irlos integrando. Entonces Mercurio hace de puente entre las conciencias, nuestras conciencias que no se desarrollan aisladamente, sino tejiendo una conciencia global. Mi conciencia no puede desarrollarse fuera de esta conciencia global, de hecho se nutre de los conceptos y de las palabras que circulan entre todos nosotros.

Entonces, hablando de este entretejer que hace Mercurio entre nosotros gracias a la comunicación verbal, quiero llegar a un segundo y muy relevante aprendizaje geminiano, que es la capacidad de relativizar. ¿Cómo me ayudan los demás a crecer en conciencia? ¿Y cómo los ayudo yo a ellos? Mediante la relativización.

¿Qué significa relativizar? Mirar algo desde varios puntos de vista. Todos tenemos una subjetividad muy potente. ¿Qué es la subjetividad? Es ver las cosas desde cierto punto de vista propio, y ese punto de vista no es aleatorio; está producido por mi ego. ¿Qué es mi ego? Mi ego es mi autoimagen en un momento dado de mi vida. Esto que yo creo ser en un momento dado de mi vida, esta autoimagen que tengo, que puedo llamar también «ego», me induce a mirar a los demás, a mirarme a mí misma, y a mirar las situaciones desde cierto punto de vista. Evidentemente será el punto de vista que más confirme esta autoimagen, que más la valide, que más la confirme, que más me dé la razón, vamos, para decirlo simplemente. Entonces, desarrollar la capacidad de relativizar, ¿qué significa? Pues poder dejar entrar a mi conciencia otros puntos de vista que no sean aquel subjetivo que a mí me nace siempre, que es el que más me confirma, que más me da la razón, pero que realmente no me permite entender realmente qué pasa, y quién soy, y qué pasa con el otro, y qué le pasa al otro, etc.

Entonces, el trabajo geminiano es un trabajo de flexibilización. Pero no es tanto una flexibilización mental, pues la mente es flexible por naturaleza, sino una flexibilización del ego. Es un trabajo sobre el ego, de flexibilización, de apertura, para dejar entrar otros puntos de vista, e incluso no solamente dejar entrar los que me traen los demás, sino poder yo misma generar más puntos de vista sobre una misma situación, sobre una persona o sobre mí misma. Es decir, poder generar un pensamiento mucho más complejo, una mirada mucho más compleja.

Símbolo

Géminis, el signo de la mente y la comunicación, está simbolizado por los gemelos. ¿Qué son los gemelos? Lo que es a la vez igual y diferente. Los gemelos tienen un mismo genoma, sin embargo, como personas van desarrollando, van expresando, diferencias.

En primer lugar, esto simboliza la manera en que funciona la mente; esto es, asociando y diferenciando; vinculando y desvinculando conceptos y palabras.

En segundo lugar, este símbolo nos habla de la irreductible diferencia que subsiste en la comunicación, aún cuando creemos hablar el mismo idioma y entendernos a la perfección.

Finalmente, simboliza la dualidad y la unión presente en la misma.

Datos técnicos

Para observar en una carta natal la fuerza relativa de la energía geminiana y de Mercurio, tendremos en cuenta los siguientes elementos: Sol, Luna o Ascendente en Géminis; Sol o Luna en casa III; Mercurio en casa I, casa X o casa XII; varios planetas en Géminis; aspecto de conjunción, oposición o cuadratura entre el Sol o la Luna y Mercurio.

Serie de artículos sobre los signos del Zodiaco enfocándolos como facetas del psiquismo humano y caminos evolutivos que todos recorremos.

Qué simbolizan energéticamente y psicológicamente:

Después del resurgir de la vida en Aries, Tauro es el pleno florecimiento de la primavera.

El cuerpo de un toro es un cuerpo macizo, corpulento, con un cuello muy gordo, con mucho peso, mucha carne. Cuando vemos algunas imágenes de corrida, podemos observar que el toro se lo piensa mucho antes de echar a correr, porque la embestida de un Toro es un desgaste energético brutal. O sea, que no echa a correr a la primera. En cambio, el carnero, que es el animal que simboliza a Aries, es un animal mucho más pequeño, mucho más ágil y mucho más impetuoso, que sí echa a correr con facilidad y embiste con mucha más impetuosidad. En esta comparación vemos como Aries, que es el signo de la potencia total, despilfarra la energía, cuando al contrario Tauro la ahorra. Entonces, estos dos animales que simbolizan las dos fases iniciales del ciclo vital que simboliza el Zodíaco, fueron elegidos por los que inventaron este sistema simbólico, (algún pueblo mesopotámico, hace unos cuatro mil años), para simbolizar la celebración del renacimiento que es la primavera; primero con una fase yang, Aries, que es una celebración explosiva, fogosa, impetuosa, enérgica y luego una fase yin, Tauro, que es una celebración mucho más encarnada y que se traduce a través de la floración, a través de la abundancia de formas, colores, sonidos, texturas, olores y a través de la reproducción.

El Zodíaco, este sistema simbólico que nos habla del ciclo de la vida, comienza con un signo regido por Marte (Aries), que viene seguido por un signo regido por Venus (Tauro). Marte y Venus son las dos funciones planetarias, es decir, las dos instancias psíquicas, que simbolizan lo masculino y lo femenino. Además, Aries y Tauro forman eje con dos otros signos, que son Libra y Escorpio, que a su vez son regidos por esos mismos planetas. Es decir, que empezamos el Zodíaco con un eje Marte-Venus, que es Aries-Libra, y luego la recíproca con el eje Tauro-Escorpio, eje Venus-Aries. Creo que aquí lo que simboliza el Zodíaco es el hecho fundador de que lo que sustenta la vida es la danza, el diálogo, del masculino con el femenino, la complementariedad del femenino y el masculino; algo muy evidente en los seres vivos, pues la vida biológica no existe sin esta polaridad masculino-femenino que permite la reproducción, pero incluso más allá de los seres vivos, la danza del positivo y el negativo del electromagnetismo, que es una ley de la física, también es lo que sostiene nuestra realidad física.

La diferencia entre estos dos ejes Marte-Venus es la cruz a la que pertenecen. Entre Aries y Tauro pasamos de Cardinal a Fijo, y esto se traduce en que la energía se encarna más. Lo mismo pasa entre un eje y el siguiente: este diálogo, esta danza, entre masculino y femenino que se da en ambos ejes, en el eje Cardinal que es Aries-Libra, es un juego, es una danza, es una seducción, es una atracción. Ahora, en el eje Fijo Tauro-Escorpio esto se densifica, esto se profundiza, se encarna más y llega a la sexualidad, que es un intercambio energético alquímico, que nos transforma a través de la intimidad.

Entonces, lo que nos dicen estos dos primeros ejes del Zodíaco es, en primer lugar, que toda la realidad es polar, todo en la realidad tiene un polo complementario, y en segundo lugar, que esta polaridad tiene un sentido, una utilidad, que es la de permitir la evolución de las formas de la conciencia, porque el vínculo, el diálogo que se da entre ambos polos provoca una modificación recíproca. En efecto, son los vínculos los que nos permiten crecer, porque nos modificamos recíprocamente.

Centrándonos ahora en el signo de Tauro, el concepto clave aquí es el concepto de necesidad. Tauro es el primer signo de Tierra, así que aquí estamos súper conectados con nuestra realidad material, y nuestra realidad material es, en primera instancia, nuestro cuerpo. Y nuestro cuerpo tiene necesidades, necesidades vitales primarias que tenemos que atender y satisfacer. La satisfacción de nuestras necesidades nos da placer, y la no satisfacción de las mismas nos produce sufrimiento. De ahí el conocido materialismo taurino; es decir, que las personas que tienen mucha energía de Tauro en su estructura están muy conectadas con esta sensación de que hay que atender necesidades primarias, y esto nos conecta con los valores de la comodidad, del placer, de otorgarle mucha importancia a la comodidad y al placer. ¿Y qué es lo que nos da comodidad y placer? Pues, sobre todo, elementos concretos, materiales, que dan comodidad y placer a nuestro cuerpo.

Camino evolutivo

Estos últimos conceptos nos llevan a hablar del aprendizaje de Tauro, pues la inercia de este signo está justamente en este gran apego a lo material y a la satisfacción de las propias necesidades. Entonces, ¿cómo evoluciona Tauro? Pues como cualquier otro signo: integrando su otro polo, es decir, el signo opuesto, que en este caso es Escorpio.

En resumidas palabras, Escorpio simboliza la muerte y la pérdida, y el dolor que éstas nos provocan. O sea, justo lo contrario de las sensaciones de abundancia vital, acumulación y placer asociadas a la fase Tauro. Entonces, ¿cómo se integra Escorpio desde Tauro? Pues, difícilmente y dolorosamente, sobre todo mientras no entendamos qué es esa muerte, qué es esa pérdida escorpiana. Eldesafío aquí es modificar la percepción que tenemos de la muerte para ir entendiendo que la muerte es transformación. O sea, ir aceptando que el movimiento natural de la vida es evolutivo; que no es ir hacia lo agradable y quedarse ahí para siempre; no es una repetición de lo que nos gusta, de lo bueno, sino que es una transformación constante, y por tanto una pérdida constante. Este movimiento propio de la vida supone que ciertas cosas acaben, mueran, que perdamos ciertas cosas para dejar sitio a nuevas, a nuevos aspectos de nosotros mismos, a nuevos aspectos de las relaciones, a nuevas experiencias.

O sea, que el aprendizaje taurino es aceptar, reconocer, integrar Escorpio en el sentido de aceptar perder, reconociendo que esta pérdida en realidad no es una pérdida, sino una transformación. Mientras no aceptemos este proceso, nos aferramos a lo que tenemos, a lo que nos gusta, a lo que nos da seguridad, a lo que nos da bienestar, y nos aferramos tanto, de una manera tan compulsiva, que en verdad no lo estamos disfrutando de verdad. Incluso podemos llegar a destruirlo, a matarlo, por el miedo que tenemos a perderlo. O sea que, cuando negamos Escorpio, Escorpio se hace presente, de una manera u otra.

Símbolo

El toro era símbolo de fuerza y fertilidad en las culturas mediterráneas y mesopotámicas antiguas. De ahí que los babilónicos, creadores del Zodiaco, lo escogieran para simbolizar esta segunda fase en la cual la energía de inicio de Aries toma cuerpo; la corpulencia y la potencia de este animal ilustran la manifestación física, la materialización de la energía, que hacen que lo que es potencial (Aries) se vuelva real y tangible (Tauro).

Datos técnicos

Para observar en una carta natal la fuerza relativa de la energía taurina y de Venus, tendremos en cuenta los siguientes elementos: Sol, Luna o Ascendente en Tauro; Sol o Luna en casa II; Venus en casa I, casa X o casa XII; varios planetas en Tauro; aspecto de conjunción, oposición o cuadratura entre el Sol o la Luna y Venus.

Serie de artículos sobre los signos del Zodiaco enfocándolos como  facetas del psiquismo humano y caminos evolutivos que todos recorremos.

Qué simbolizan energéticamente y psicológicamente:

Aries es la fase de inicio del ciclo zodiacal. Como tal simboliza el inicio de cualquier proceso y el nacimiento.

En la época Aries del año solar, podemos ver esta energía en el verdor y la ternura del follaje que emerge de una corteza endurecida, vieja, seca. Éste es el simbolismo de Aries: lo nuevo emerge de lo viejo.

Esto implica que hace falta mucha potencia, mucha fuerza para nacer, para extraer lo nuevo de la ganga de lo antiguo. Eso lo podemos observar en la fuerza de la savia que hace brotar el follaje primaveral, tan tierno, de una corteza dura y seca. Lo podemos observar también en la fuerza del germen de una semilla enterrada que puja hacia el calor y la luz del suelo haciéndose camino en la tierra. Así como lo podemos observar en el nacimiento de un bebé mamífero, especialmente de un bebé humano, que durante horas puja para extraerse del útero.

Así, nacer, iniciar, requiere mucha fuerza, un gran gasto energético, mucha potencia y mucha definición para dirigir la energía en una clara dirección, y así abrirse camino nuevo en lo ya existente. Pensemos que el nacimiento de un ser representa la conquista de un espacio vital en un contexto que antes no contaba con él: éste es el movimiento ariano fundamental: conquistar espacio vital.

Podemos observar en el follaje tierno de primavera, que lo tierno, a pesar de ser frágil porque es nuevo, a la vez tiene más potencia que en cualquier momento posterior de su desarrollo. Porque en un bebé, en una plántula, los procesos biológicos son muy rápidos; la reproducción celular se hace a altísima velocidad, lo cual significa que la vitalidad está en su máximo en ese momento.

Lo nuevo es potente porque es potencial, porque aún la energía no se ha gastado en formas. Lo cual también implica que en esta fase del proceso todo está en potencia, aún no hay ninguna forma definida, nada seguro, nada claro; es un momento potente pero ciego.

El inicio nace del final como Aries nace de Piscis. Lo nuevo no nace de la nada, ni nace aleatoriamente, sino que lo nuevo por vivir que simboliza Aries es el fruto de lo vivido anteriormente; todo lo nuevo es a la vez una continuación de lo anterior.

De esto, por ejemplo, somos cada vez más conscientes como individuos en relación a nuestras herencias. Es decir que somos cada vez más conscientes de ser partes de un sistema familiar y de que además de heredar genes, heredamos también patrones inconscientes.

Ahora, si aplicamos este patrón a la secuencia de experiencias de una vida, podemos ver que todas las experiencias que vivimos están encadenadas las unas con las otras, lo cual es justamente el sentido del concepto oriental de «karma». Así lo que nos dice Zodiaco, como símbolo circular, que termina primero en Piscis antes de volver a empezar en Aries, es que el grado de potencia, el grado de novedad y de libertad que encierra un nuevo comienzo, sea éste más pequeño o más grande, va a depender de cuán digerido, de cuán acabado esté el ciclo anterior.

Piscis es aquella última fase del ciclo en la cual toca destilar la experiencia. Es una fase de retiro, de digestión, que prepara el nuevo comienzo, para que éste sea más potente, más libre, más creativo, más nuevo; que arrastre el mínimo de cosas no resueltas, no entendidas y que necesitarían ser vividas otra vez, a través de otras formas.

La tradición cristiana, que está basada en las tradiciones paganas mucho más antiguas, celebra el renacimiento ariano del año solar a través del símbolo de la resurrección de Cristo que se celebra en Pascua. Y justamente Pascua, en la tradición cristiana, es precedida por la cuaresma; 40 días de ayuno y abstinencia, tradicionalmente. Lo cual corresponde justamente con aquella fase pisciana de preparación del nuevo comienzo mediante una purificación, una limpieza. Y hoy en día, en nuestra cultura post-religiosa, seguimos sintiendo esta necesidad de desintoxicación antes del reinicio primaveral a través de dietas depurativas.

Camino evolutivo

Aries es un signo de Fuego y Cardinal, esto es, la combinación más yang del Zodiaco. Como acabo de explicar, hace falta mucho ímpetu, mucha potencia, mucha definición, para nacer, para iniciar, para extraerse de la indiferenciación, simbolizada por Piscis.

A nivel psicológico, Marte es la función psíquica de agresividad, de defensa del propio espacio vital y de autoafirmación; la que nos permite conquistar, ocupar y defender nuestro espacio vital; la que nos impulsa a conquistar y crear nuevos espacios de experiencia, tanto interna como externamente; nuevos espacios de expresión para nosotr@s. Lo cual requiere un atrevimiento, una valentía, el asumir un desequilibrio interno y externo, pues estamos rompiendo un status quo proponiendo y exponiéndonos a lo desconocido. Aries es crear lo nuevo, y lo nuevo aún no ha tomado forma, así que estoy dirigiéndome con toda potencia hacia un lugar que desconozco. No puedo saber desde el inicio cómo será la experiencia. Y este desconocimiento, esta ceguera del inicio que simboliza Aries, es justamente lo que lo hace muy valiente.

Cuando hablamos de la energía Aries, hablamos de nuestra parte más animal, más salvaje, más instintiva. En el Zodiaco, Aries hace cuadratura al eje Cáncer-Capricornio, desafiando e interfiriendo en lo conocido, lo que nos da seguridad, la estructura social que nos protege y nos limita.

Por tanto, el desafío de integración que plantea la faceta Aries en nuestra estructura energética será: ¿cómo domesticar este animal interno sin caparlo? Pues por muy potente que sea esta energía primordial, no actúa nunca sola, sino que interactúa con el resto de la energía. De hecho, es toda la cruz cardinal, a la cual pertenece el signo de Aries, la que contiene el impulso ariano y contribuye a domesticar su energía salvaje; Cáncer son la sensibilidad emocional propia y ajena; Libra con las relaciones interpersonales y la convivencia con otros; Capricornio con las reglas sociales y las jerarquías.

La dificultad aquí es madurar la expresión del deseo, no reprimirla. Cuando la reprimimos, deviene en reacción agresiva, en rabia y en desvitalización. En este aprendizaje, la gran aliada de nuestra parte ariana/marciana es evidentemente nuestra parte libriana/venusina. La danza entre nuestro masculino y nuestro femenino puede resultar en un aprendizaje complejo para much@s de nosotr@s.

Símbolo

El animal elegido por los astrólogos babilónicos para simbolizar esta fase del ciclo solar es el carnero: un macho (energía yang) con unos cuernos imponentes en la cabeza (la cabeza simboliza el inicio; salimos del útero de la madre y al mundo por la cabeza); unos cuernos de forma espiralada que a su vez simbolizan que todo inicio emerge de un ciclo anterior, y toda fase de una fase anterior.

Además, como todos los animales de cuernos, el carnero defiende su territorio y manifiesta su potencia, su fuerza, luchando a cabezazos. Este movimiento arquetípico en muchos animales es análogo al que nosotr@s hacemos con nuestro lenguaje verbal y no verbal para autoafirmarnos en nuestra vida relacional.

Datos técnicos

Para observar en una carta natal la fuerza relativa de la energía ariana y de Marte, tendremos en cuenta los siguientes elementos: Sol, Luna o Ascendente en Aries; Sol o Luna en casa I; Marte en casa I, casa X o casa XII; varios planetas en Aries; aspecto de conjunción, oposición o cuadratura entre el Sol o la Luna y Marte.

Serie de artículos sobre los signos del Zodiaco enfocándolos como  facetas del psiquismo humano y caminos evolutivos que todos recorremos.

Qué simbolizan energéticamente y psicológicamente:

Ya hemos llegado a Piscis, la última fase del recorrido zodiacal, la última fase del viaje de la conciencia que simboliza el ciclo zodiacal. Piscis es la gota que vuelve al océano.

Con la metáfora del ciclo del agua podemos entender el viaje de la conciencia individual, que sale de la indiferenciación, simbolizada por la gota disuelta en el océano, que pasa por toda una serie de vivencias y transformaciones, siendo el agua ahora vapor, ahora hielo, ahora lluvia, ahora agua subterránea, ahora río, ahora lago, hasta que vuelve al mar, vuelve a unirse al todo del cual emergió, ojalá en un estado de unión, quizás todavía en un estado de indiferenciación.

Piscis es un signo mutable. Los signos mutables son aquellos que terminan las estaciones y preparan el inicio de la estación siguiente. Los signos mutables son el final de un recorrido, el final de una experiencia y simbolizan momentos de comprensión. Justamente porque ¿en qué momento comprendemos lo que vivimos, por dónde hemos pasado? Al final, cuando acaba.

Piscis es el signo mutable por excelencia, ya que es el último de todos los signos. ¿Qué pasa en Piscis? Se da una preparación para el nuevo comienzo que tendrá lugar en Aries. ¿Qué se necesita para que el nuevo comienzo sea libre del máximo peso del pasado, para que sea el más creativo, nuevo y potente posible? Pues que en Piscis se puedan disolver un máximo de contenidos acumulados en la conciencia, en el psiquismo; contenidos intelectuales de creencias, contenidos emocionales de emociones, miedos y reacciones automáticas, recuerdos.

De hecho, el adjetivo mutable evoca la transformación, evoca la muda de la serpiente, siendo justamente la serpiente un animal que muchas culturas tradicionales utilizaron como símbolo de la ciclicidad, para simbolizar aquella ciclicidad que observaban en la naturaleza.

Lo que pasa al final del Zodiaco es que, a través de las fases de Acuario y Piscis, se da una preparación del ciclo siguiente con, en Acuario, un cambio, una renovación de las ideas y en Piscis, una disolución de los hábitos inconscientes, de los apegos inconscientes. En Acuario en realidad lo nuevo no se da aún (es en Aries, en el ciclo siguiente, que se dará lo nuevo) pero ya intuyo, siento, lo nuevo, deseo lo nuevo, lo anhelo. Antes de llegar efectivamente a esa novedad que se dará en Aries, tengo que pasar por aquella fase de disolución que es Piscis; una etapa a veces no fácil de llevar, porque un poco deprimente, para limpiar el pasado, soltar la mochila, como si hubiéramos subido a la cima en Capricornio con una mochila llena de cosas que nos parecían muy útiles y necesarias, pero que en la bajada tenemos que abandonar para entregarnos realmente a lo nuevo.

Piscis es un signo de Agua. El Agua simboliza el inconsciente, es decir, aquellos procesos invisibles que se dan constantemente en el psiquismo en relación a nuestras experiencias; experimentamos y luego integramos a nivel inconsciente nuestras experiencias. ¿Qué sentido tiene que el Agua venga al final de la secuencia de los elementos? Si entendemos las experiencias como tantas ocasiones de aprendizaje, de maduración, de integración, tiene sentido que primero venga la acción del Fuego, el experimentar, el lanzarse, luego venga la realidad de la Tierra, la experimentación concreta, el aterrizaje, luego venga la elaboración mental del Aire, ya más compleja, y finalmente venga el sentir del Agua, que nos permite integrar lo vivido.

Eso también nos dice que las transformaciones que vivimos, que necesitamos vivir, y a veces anhelamos con impaciencia, porque tardan, no pueden darse sólo por el hacer del Fuego o de la Tierra, o sólo por el entender del Aire; para que las transformaciones psíquicas se den, tienen que culminar por el sentir. Todo tiene su tiempo y tenemos que sentir las cosas para poder realmente transformarnos.

Camino evolutivo

El Agua también simboliza nuestra capacidad y nuestra necesidad de sentirnos unidos a otros seres humanos, que es lo que llamamos comúnmente «Amor«, aunque detrás de esta palabra haya muchas realidades, muchos niveles, porque depende del nivel de conciencia con el cual vivamos lo vivamos. Pero básicamente, y dejando de lado nuestras idealizaciones en relación al amor, lo que pasa entre nosotros son procesos inconscientes de identificación, de proyección, de transferencia, es decir, todos procesos neptunianos, en términos astrológicos. Éstos son, en cierto nivel, procesos de indiferenciación, donde nos confundimos los unos con los otros, y donde, también, en una cierta comunión inconsciente nos entre-ayudamos a integrar los contenidos inconscientes que necesitamos integrar; es decir, yo al proyectar sobre ti contenidos, te utilizo para integrar lo que necesito integrar y tú haces lo mismo conmigo.

Así funcionan las relaciones y estos procesos sean los procesos humanos a través de los cuales crecemos, son inevitables, no se trata de criticarlos o de ridiculizarlos en absoluto. Sin embargo, es bueno darse cuenta de que representan un cierto nivel de indiferenciación; un poco el estado que reconocemos cuando vemos a alguien enamorado. Es muy bonito sentirse enamorado, pero en general nos sale una sonrisa cuando vemos a alguien enamorado porque lo vemos encegado, vemos que siente algo que realmente no existe, hay un cierto grado de ilusión en el enamoramiento, y quien no está enamorado lo ve claramente, aunque quien lo esté no lo vea porque lo siente intensamente.

Lo interesante y lo profundo de lo pisciano y de lo neptuniano tiene que ver con esta idea de indiferenciación. La función de Neptuno es disolver, como el agua que es un disolvente. Piscis-Neptuno es un factor acuoso que disuelve las fronteras, que es lo que nos hace porosos, lo que nos hace resonantes y que hace posibles estos fenómenos de identificación, de proyección, de transferencia. El enamoramiento, el hecho de conmoverse, de identificarse, esta porosidad, esta resonancia, son, evidentemente, una fuente de gran gozo y felicidad para todos nosotros, pero también una fuente de confusión. De hecho las Sirenas, que con su canto desvían a los marineros y los confunden, son seres mitológicos ligados a Neptuno, al océano.

Piscis es el último signo y este aprendizaje es un aprendizaje muy complejo, que sería, resumidamente, el de no confundir indiferenciación con unión. Como explicaba al principio y retomando esta metáfora del ciclo del agua, partimos de un nivel de indiferenciación muy alto, por ejemplo lo podemos observar en los niños que se identifican totalmente con su medio, con sus circunstancias. Luego, a lo largo de nuestra vida, vivimos experiencias y transformaciones que ojalá nos permitan desarrollar un cierto grado de discriminación.

De hecho la discriminación es una característica virginiana, es decir, propia del signo opuesto y complementario a Piscis. Así funciona el Zodiaco: por polaridad y complementariedad. Es decir que para poder vivir Piscis en un estado más elevado de conciencia, en un nivel más elevado de su espiral evolutiva, necesito desarrollar Virgo. Virgo es necesario para Piscis, como Piscis es necesario para Virgo.

Entonces, después de haberse experimentado, de haberse diferenciado, la consciencia puede volver al Todo, puede experimentar una unión. Éste es un nivel de conciencia al cual creo que sólo se puede llegar con la madurez, que es la conciencia de que como individuos, como conciencias individuales, sólo somos los agentes, pequeños y efímeros, de una conciencia mayor, la consciencia colectiva humana. Aunque que cuando vivimos nuestras experiencias individuales, las sentimos realmente como propias, como individuales, como únicas e intransferibles, a medida que vamos pasando niveles de conciencia y de madurez, vamos sintiendo y viendo con cada vez más claridad que lo que vivimos como seres humanos no es ni único ni intransferible,sino que realmente estamos todos viviendo lo mismo, desde puntos de vista ligeramente diferentes, y estamos todos contribuyendo a la misma conciencia global.

Así que la función de Piscis es sentirse parte del Todo, entenderse como parte del Todo, pero desde una conciencia capaz de discriminación y diferenciación; no desde aquella indiferenciación donde me refugio en un Todo en el cual floto, que puede ser cualquier tipo de ilusión, fantasía, de ensoñación; he mencionado el enamoramiento, pero hay otras formas que de alguna manera me ahorran el sufrimiento y el desgarro de sentirme separado.

Símbolo

Los peces pertenecen al medio del cual toda la Vida proviene; el océano, cuyo dios es Neptuno/Poseidon, simboliza el inconsciente colectivo, es decir el gran depósito de la memoria humana, los contenidos psíquicos que nos constituyen y en cuyas corrientes flotamos.

Los dos peces unidos simbolizan el movimiento circular de la vida y de la consciencia, que vuelve a pasar por experiencias y emociones que aún no han sido entendidas e integradas.

Datos técnicos

Para observar en una carta natal la fuerza relativa de la energía pisciana y de Neptuno, tendremos en cuenta los siguientes elementos: Sol, Luna o Ascendente en Piscis; Sol o Luna en casa XII; Neptuno en casa I, casa X o casa XII; varios planetas en Piscis; aspecto de conjunción, oposición o cuadratura entre el Sol o la Luna y Neptuno.

Serie de artículos sobre los signos del Zodiaco enfocándolos como  facetas del psiquismo humano y caminos evolutivos que todos recorremos.

Qué simbolizan energéticamente y psicológicamente:

Lo primero que nos puede sorprender en relación a Acuario es que su nombre y su símbolo estén vinculados al Agua cuando se trata de un signo de Aire. Sí, el elemento de Acuario es el Aire, es decir, el ámbito del pensamiento, de las relaciones sociales, y no el ámbito del Agua, es decir, el ámbito de las emociones. De hecho, Acuario es un signo muy poco emocional. Sin embargo, su nombre y su símbolo están relacionados con el Agua porque acuario representa, como fase del Zodíaco, la renovación.

El agua es justamente un elemento que nos hace visible el hecho de que todo se renueva constantemente. El agua, con su ciclo, con la transformación evidente que vemos a través de la lluvia, del mar, de la evaporación, de las aguas del subsuelo, pero también la evaporación de nuestros cuerpos, de las plantas que chupan el agua de la Tierra, etc., nos es más evidente para hacer esta metáfora del hecho de que todo está en constante renovación. No sólo el agua, sino todas las células de los seres vivos están en constante renovación; todo cambia constantemente: esto dice Acuario.

En relación al agua, de hecho, una cosa que a mí me fascina es pensar que toda el agua existente hoy en día en la Tierra es la misma agua que ha existido desde siempre en el planeta, que, según ciertas teorías científicas, habría llegado con meteoritos, micro gotas tras micro gotas, a través de una lluvia que duró millones de años; millones y millones de meteoritos caídos del cielo; justamente «Urano» significa cielo en griego. Y nosotros, seres humanos actuales, somos hechos de un gran porcentaje de agua, ya lo sabemos. Y este agua de la cual estamos hechos es la misma agua. A través de nosotros pasa la misma agua que pasó por generaciones anteriores, por plantas, por animales.

Entonces, realmente, la esencia de Acuario es entender que detrás de las formas, en las cuales nosotros nos fijamos enormemente porque les asociamos una identidad, realmente lo que está vivo en una forma es energía y es algo que se renueva constantemente y que no tiene identidad, que está en constante movimiento. Para entender mejor las implicaciones psicológicas de esta percepción acuariana es conveniente considerar Acuario en relación a Leo, su signo opuesto; el eje Leo-Acuario es el eje de la identidad, justamente.

A nivel psicológico, el patrón de Leo es un patrón centralizador. De hecho, el Sol, como centro del sistema solar, es el patrón násico de la fase Leo del Zodíaco. Asimismo, nosotros, psicológicamente, como individuos, sentimos profundamente que somos el centro de nuestra existencia y la sensación de identidad, de saber y sentir quiénes somos, sirve de pilar central al edificio psíquico que somos. Como contra-peso a esta sensación de centro y fijeza de la identidad está Acuario, que nos trae la sensación de renovación y cambio de nuestra identidad que podemos experimentar a través de las relaciones con otros. Acuario es un signo de Aire que nos lleva a experimentarnos a través de los otros, experimentando una nueva parte de mí, una nueva faceta de mí, un nuevo territorio de mí en cada relación. Si me abro a la experiencia acuariana, el otro me lleva a experimentarme en lo desconocido de mí-mism@.

Camino evolutivo:

El aprendizaje acuariano nos toca a tod@s hacerlo y es complejo. Ahora, para quienes tienen mucho Acuario en su carta natal o tienen a su regente Urano realzado en su carta natal, un aprendizaje central para estas personas tendrá que ver con la identidad, el saber quién soy, en relación a lo que los demás me hacen sentir que soy, y con el tema de la importancia del «yo».

La complejidad acuariana viene de que vivimos esta temática desde una consciencia leonina, porque la fase Leo es mucho más accesible para nuestra consciencia. Esto se plasma en la importancia que nos damos tod@s individualmente, y en nuestra tendencia a idealizar, a ensalzar, las cualidades individuales. El miedo a no ser reconocido y a no valer nos lleva a querer inmovilizar esta idea idealizada de nosotros mismos o de los demás, cuando en realidad nos estamos renovando constantemente, y todas aquellas valoraciones son efímeras.

Si soy muy acuarian@, tengo esta sensibilidad a la renovación que hace que a mí me guste lo diferente; es bien sabido que la gente de Acuario es original o incluso excéntrica, es renovadora, progresista, le gusta lo nuevo, etc. ¿Por qué? Porque es lo diferente, es lo opuesto a lo idéntico, a la identidad de Leo, a lo que se espera en los demás, a lo ya reconocido por los demás; buscan algo nuevo, que sorprenda, que rompa con lo conocido. Ahora, una cosa es entregarse a que yo en ningún momento vaya a acabar de saber bien bien quién soy ni quién eres y entregarme a este viaje de descubrimiento, y otra muy diferente es seguir en la lógica leonina de darle mucha importancia al ego, a la imagen, a la admiración, pero de una manera acuariana; es decir, en lugar de gustar de una manera esperable, intentar gustar o no gustar de una manera no esperada, más sorprendente; ahí estaré jugando al mismo juego.

Acuario viene después de Capricornio. La trampa de la fase Capricornio para todos nosotros es la repetición de modelos, y justamente Acuario rompe claramente con esta inercia de la tradición, esta inercia del no querer fallar y de seguir modelos, ese temer ser excluido de la sociedad y aquel intento de estar siempre en lo correcto en relación a lo que los demás esperan de mí. Por eso la gente que tiene mucha energía acuariana tiende a ser contestataria, revolucionaria, rebelde; se trata de un necesario efecto de péndulo en relación al conservadurismo capricorniano; un movimiento de liberación.

De hecho Acuario y Urano, su planeta regente, están asociados a la libertad y la creatividad. Ahí también habrá otro aprendizaje; valoramos mucho la libertad y la creatividad, pero en el fondo nos asustan enormemente cuando las vivimos; entregarse verdaderamente a la libertad y a la creatividad es un desafío para tod@s nosotr@s, y es una necesidad para tod@s nosotr@s; es nuestra parte uraniana, la función transpersonal de Urano en nosotr@s.

Así, de manera similar a la complejidad del eje Leo-Acuario donde no es tan fácil ser verdaderamente diferente, aquí pasa algo parecido entre Capricornio y Acuario. En efecto, puedo ser súper contestatario, revolucionario, metido en política, en ideologías súper novedosas y vanguardistas y que contestan la tradición, pero de la manera igual de rígida e igual de normativa que el más capricorniano, imponiendo normas, juzgando a otros, clasificando a otros, o sea siguiendo el mismo patrón capricorniano rígido y temeroso de equivocarse. Ésta es otra trampa acuariana: el falso revolucionario, es decir, el que va vestido de revolucionario pero que en realidad es igual de rígido que las personas a quienes critica. Y es que lo mismo que no es fácil salir del narcisismo leonino para nadie, tampoco es fácil salir de la rigidez capricorniana para nadie. Por eso el signo de Acuario es un signo muy difícil para cualquiera de nosotros y para los que les toca experimentarlo más que otros porque tienen mucho Acuario en su carta, es un gran desafío. Los signos del final del Zodíaco son más complejos que los del principio y son más desafiantes para la conciencia humana y el aprendizaje que proponen es más costoso.

Símbolo:

Las olas que simbolizan el signo ya pueden ser entendidas como agua o como ondas energéticas; en ambos casos, simbolizan el carácter fluido y cambiante de la Vida, que encarna en formas (la forma es simbolizada por la vasija del agüero). El psiquismo humano se identifica y apega a las formas, perdiendo de vista que éstas están en constante evolución y cambio.

Datos técnicos:

Para observar en una carta natal la fuerza relativa de la energía acuariana y de Urano, tendremos en cuenta los siguientes elementos:Sol, Luna o Ascendente en Acuario; Sol o Luna en casa XI; Urano en casa I, casa X o casa XII; varios planetas en Acuario; aspecto de conjunción, oposición o cuadratura entre el Sol o la Luna y Urano.