Escorpio y Plutón: Aceptar perder
Serie de artículos sobre los signos del Zodíaco enfocándolos como facetas del psiquismo humano y caminos evolutivos que todos recorremos.
Qué simbolizan energéticamente y psicológicamente:
Escorpio es el segundo signo de Agua, y tiene dos regentes: Marte, su regente tradicional, y Plutón, su regente moderno.
Para entender Escorpio, podemos ponerlo en el contexto de los 3 signos de Agua. Dado que el Zodiaco describe un proceso evolutivo -el viaje de la consciencia humana, que es un viaje cíclico y espiralado- en cada Elemento hay un movimiento evolutivo a través de los 3 signos del mismo; no una evolución de peor a mejor, sino una complejización.
Siendo el Elemento Agua el ámbito del Inconsciente, podemos ver en Cáncer, el 1er signo de Agua, un primer nivel inconsciente, con los hábitos, los automatismos, las marcas (traumas) dejadas por la experiencia (Cáncer simboliza la infancia, el pasado, la memoria) y las estrategias defensivas derivadas de esas marcas (Cáncer es la auto-protección); o sea el nivel personal sobre el cual se trabaja en terapia.
Siguiendo con este descenso por el sótano de nuestra psique, Escorpio sería el 2º nivel donde encontramos las pulsiones, los instintos primarios de supervivencia y de depredación; esto es, el nivel animal del ser humano; un nivel más profundo y más reprimido; y un nivel menos personal, ligado a la especie (Plutón, su regente, es un planeta transpersonal).
Finalmente, Piscis (también regido por un planeta transpersonal, Neptuno) simboliza la parte más profunda de nuestra psique donde encontramos los arquetipos del inconsciente colectivo que ordenan y condicionan nuestra percepción de la realidad.
El regente tradicional de Escorpio, Marte, dios de la guerra, representa la función psíquica de auto-preservación y auto-afirmación, que va asociada a la pulsión sexual y a la agresividad.
El regente moderno, Plutón, dios del infra-mundo, soberano del reino de los muertos, simboliza la potencia transformadora del ciclo vida-muerte; no es una función psíquica personal, sino transpersonal.
El infra-mundo, con el río Styx, simboliza el inconsciente y sus corrientes subterráneas; es decir nuestro nivel emocional profundo. Hades (el nombre griego de Plutón) significa “no forma”; es la energía psíquica inconsciente, llamada libido por Freud, quizás comparable a la materia oscura, que es muy potente y, siendo invisible, lo mueve todo.
La función plutoniana puede compararse con la actividad volcánica; el magma, masa en fusión, o sea amorfa, cuya presencia es uno de los condicionantes de la vida en la Tierra, se manifiesta exteriormente en erupciones volcánicas que podríamos comparar con los escapes pulsionales. Las erupciones volcánicas son destructivas y a la vez fertilizadoras, porque traen a la superficie terrestre elementos químicos escasos desde las profundidades; de hecho, Plutón proviene de la palabra griega plouto, riqueza.
De forma semejante, nuestro psiquismo guarda en sus profundidades elementos reprimidos, que necesitan manifestarse en un momento dado y, cuando lo hacen, necesariamente provocan transformaciones, que muchas veces vivimos como destrucciones, pero son liberaciones.
También podemos ver aquí una metáfora del proceso curativo, con el cual está asociada la energía escorpiana; la enfermedad se puede concebir como un bloqueo, un estancamiento energético, que necesita ser destruido para liberar la energía ahí retenida; lo que se destruye en el proceso curativo es de orden inconsciente y emocional; es una manera de sentir.
Camino evolutivo:
En su investigación de nuestra psique profunda, Freud identificó una pulsión de vida y una pulsión de muerte como su dinamismo básico. En astrología, esta polaridad está simbolizada por el eje Tauro-Escorpio. En el nivel fisiológico y biológico, podemos observar que vida y muerte son mucho más entretejidas de lo que nuestra consciencia logra admitir, pues para seguir vivos, los organismos vivientes necesitan renovar constantemente sus células, esto es morir constantemente; y también necesitan ingerir alimentos, los cuales son organismos vivos destruidos. En el nivel psíquico también, cualquier estancamiento es sinónimo de enfermedad, pues la naturaleza de lo vivo es transformarse siempre; y esto supone dejar morir en nosotros sentimientos, apegos, relaciones, ideales y deseos.
Esto es fácil de describir y conceptualizar, pero es duro de vivir, para toda/os nosotra/os. La muerte y el dolor, así como la manifestación de lo pulsional, nos inspiran terror, porque son destructivos. Y ese terror provoca una reacción defensiva en nosotros: el conflicto y el control. Luchar contra lo y los que amenaza(n) nuestra seguridad y nuestro ego, así como usar estrategias para obtener lo que queremos y evitar lo que no, es nuestro día a día humano. Sin embargo, ahí dejamos mucha energía y añadimos sufrimiento al dolor. Y ahí está el desgarramiento escorpiano: entre saber que no hay otra que soltar y sin embargo resistirse.
Otra forma de este desgarramiento es el conflicto entre nuestros bajos sentimientos y nuestro idealismo. Como decía al principio, nuestro nivel escorpiano es el del animal dentro nuestro, con sus instintos de supervivencia y depredación, y las emociones humanas derivadas de ellos. Sin embargo, el nivel consciente que idealiza el ser humano, reprime ese nivel animal y siente hacia él los 3 sentimientos escorpianos por excelencia: miedo, culpa y vergüenza.
Y estos 3 hábitos emocionales inconscientes que toda/os tenemos se plasman así: nuestro miedo hace que desconfiemos; nuestra culpabilidad hace que culpemos y odiemos; nuestra vergüenza hace que despreciemos.
En conclusión, el aprendizaje escorpiano, que es muy duro, es rendirse, soltar los apegos, abandonar la ilusión de control. Tal y como la vivimos la mayoría de los seres humanos, la energía escorpiana se manifiesta en combatividad, resistencia y dureza. Sin embargo, la esencia de este signo de Agua es la sensibilidad. Pero para deshacer esta coraza y salir del conflicto, hay que aceptar la bajeza, la imperfección, la pérdida y el dolor; hay que aceptar perder.
Símbolo:
El escorpión es un animal arcaico; se han encontrado fósiles de más de 400 millones de años. Al igual que los dos otros animales que simbolizan los signos de Agua (el cangrejo y el pez), es de sangre fría, esto es, una categoría más antigua evolutivamente en el reino animal. Este arcaísmo es el de nuestro subsuelo psíquico, el de nuestro inconsciente, que está constituido por materiales provenientes del pasado; el pasado personal y familiar en el nivel canceriano, y el pasado de la especie en los niveles transpersonales de Escorpio y Piscis.
Al igual que el cangrejo de Cáncer, el escorpión tiene caparazón y pinzas, y se refugia en agujeros y entre rocas. El caparazón y, además aquí, el aguijón, simbolizan una actitud marcadamente defensiva. En cuanto a las pinzas, simbolizan el hábito de engancharse energéticamente a otras personas, entablando relaciones íntimas y simbióticas. Finalmente, la tendencia a esconderse y refugiarse a la cual da lugar la presencia de energía canceriana o escorpiana en una carta natal se debe a la gran sensibilidad y vulnerabilidad que esas energías conllevan.
Datos técnicos:
Para observar en una carta natal la fuerza relativa de la energía escorpiana y de Plutón, tendremos en cuenta los siguientes elementos:
Sol, Luna o Ascendente en Escorpio; Sol o Luna en casa VIII; Plutón en casa I, casa X o casa XII; varios planetas en Escorpio; aspecto de conjunción, oposición o cuadratura entre el Sol o la Luna y Plutón.