Géminis y Mercurio: comunicar
Serie de artículos sobre los signos del Zodiaco enfocándolos como facetas del psiquismo humano y caminos evolutivos que todos recorremos.
Qué simbolizan energéticamente y psicológicamente:
El Zodiaco refleja la evolución anual de la energía y la transformación de la naturaleza a lo largo del año solar. Dentro de este ciclo, la primavera es la época que pone especial énfasis en la sexualidad reproductiva.
Ya vimos con Aries, signo yang, cuyo simbolismo está vinculado al deseo, la hinchazón de los vegetales por la subida de la savia, que es análoga a la hinchazón de los genitales con la excitación. Luego vimos en Tauro, un signo yin, la apertura, la receptividad sensorial que produce placer, y que produce también la fecundidad, la capacidad de recibir. Y ahora, con Géminis, cerramos el período primaveral ligado a la sexualidad con el intercambio de información.
A primera vista, Géminis no tiene mucho que ver con lo sexual pues es un signo mental, ligado al pensamiento y la abstracción. Pero, ¿qué se produce en la reproducción sexual? Se da un intercambio de información genética; ya sea en la reproducción de un vegetal, de un animal o de un ser humano, dos genomas intercambian sus informaciones y crean un tercer ser.
De hecho, el número 3 es el lugar de Géminis en la secuencia zodiacal; es el tercer signo del Zodiaco, simbolizando la creación del uno diferente a partir de dos que se unen. Ese tercero es parecido a los dos que lo han creado, pero a la vez diferente de ambos. Dentro de cada especie se mantiene una cierta homogeneidad, coherencia que hace que un mirlo sea un mirlo y no sea un abeto, y un abeto no sea un gusano, pero cada gusano y cada abeto y cada mirlo tiene un genoma un poquito diferente del de sus padres, como nosotros también. Así, la diversidad, esa biodiversidad que caracteriza la vida en la Tierra, es debida al intercambio de información que se da a través de la reproducción.
Si llevamos esta observación al nivel mental humano, que es el ámbito privilegiado del Aire, el elemento al cual pertenece el signo de Géminis, tenemos la comunicación verbal, que nos permite intercambiar información entre mentes. El intercambio de ideas entre dos o más personas es un proceso creativo que puede dar luz a ideas nuevas, a las cuales uno solo no hubiera podido llegar.
La comunicación verbal también se caracteriza por esta ambivalencia reflejada en el símbolo de Géminis: lo mismo pero diferente, como los gemelos.
En efecto, para poder comunicarnos, necesitamos un lenguaje común. Cuanto más lenguaje común tenga con alguien, (idioma común, códigos socio-culturales comunes, información personal porque nos conocemos…), más fluida va a ser la comunicación; y al revés, cuanto menos lenguaje tengamos en común, más escasa, limitada y laboriosa va a ser la comunicación. Sin embargo, incluso entre dos personas que se conozcan mucho, que tengan, digamos, una gran similaridad mental y un código común muy asentado, siempre quedará una irreductible diferencia en la manera en que cada uno connota las palabras según las situaciones. Ahí está la complejidad y la sutileza de la comunicación, de esta compleja y potentísima herramienta que es el lenguaje verbal y la comunicación verbal.
Camino evolutivo
La sutileza y complejidad de la comunicación tienen que ver con el elemento Aire al cual pertenece Géminis; el Aire es sutil, ligero, es inasible y es versátil.
El aprendizaje geminiano que todos hacemos es aprender a comunicarnos; elegir propiamente las palabras que nos permitirán expresar lo que sentimos o pensamos, que esto sea entendido por otra persona, es decir, adaptarlas también al interlocutor, prever las posibles interpretaciones, estar atentos a las interpretaciones que nosotros hacemos también de lo que los demás nos dicen.
O sea, ahí hay un trabajo de atención, de ajuste permanente, que requiere una inteligencia vincular. Una persona que no tenga esta habilidad de utilizar con conciencia la comunicación irá «monologando» por la vida, no dialogando; porque no sabe escuchar, ni darse a entender, pues presupone que los demás ya le entendieron sin haberse esforzado para que esto efectivamente sea el caso. Darse a entender y entender a los demás en la comunicación requiere un esfuerzo, una atención, una averiguación constante, una escucha. De hecho, la escucha es una cualidad del Aire en general.
Ahora, la función de la palabra no sólo es comunicativa. La palabra es lo que nos permite pensar y lo que da existencia a los conceptos. No podemos nombrar algo de lo cual no seamos consciente, y recíprocamente, nombrar algo nos puede hacer consciente de algo que estaba preconsciente, subconsciente. O sea que el uso del lenguaje refleja la conciencia que tenemos de las cosas, tanto individualmente como colectivamente. De hecho, hay conceptos que hoy en día usamos que hace décadas o siglos no existían, porque no había tal conciencia de estas realidades, que evidentemente sí estaban, pero no había esta mirada sobre ellas. A nivel individual, podemos observar que, a medida que maduramos y que nuestra conciencia se desarrolla, podemos nombrar cosas que antes no podíamos nombrar. O también que nombramos las mismas cosas, pero detrás de ese nombrar ya hay otra riqueza, hay otra conciencia. En esto vemos cómo Mercurio contribuye al desarrollo de la conciencia; llevando los contenidos pre- o subconscientes a la conciencia mediante el lenguaje.
Todos los planetas contribuyen al desarrollo de la conciencia. De hecho, si concebimos una carta natal como el mapa de una conciencia, los planetas simbolizan aquellas funciones psíquicas que, cada una con su especialidad, contribuyen a que esta conciencia crezca, se desarrolle. Así, la función de Mercurio en este desarrollo de nuestra conciencia es, en primer lugar, conectar nuestras mentes, conectar nuestras conciencias a través de nuestras mentes, y hacer de esta manera que nuestras conciencias se desarrollen, porque ninguna conciencia se puede desarrollar aisladamente; nos desarrollamos los unos con los otros y gracias a los otros, a través del intercambio que Mercurio potencia y fomenta. Y en segundo lugar, mediante el proceso de llevar los contenidos inconscientes a la conciencia.
Ahí yo visualizo a Mercurio como un pescador que, con una red, trae esos contenidos que están ahí en la orilla de lo inconsciente; esa orilla que es fluctuante, no es una orilla recta, lineal y clara entre consciente e inconsciente; tiene mucho flujo y reflujo. Y Mercurio pesca estos contenidos que están a punto de salir y los trae a la orilla.
Hermés en la mitología griega; Mercurio en la mitología latina, es el mensajero de los dioses. Es un dios alado, tiene alas en los tobillos y en el casco, y esto simboliza la capacidad de movimiento, la versatilidad y la agilidad de Mercurio, pero sobre todo es mensajero. ¿Y los mensajes, a quién y de quién los trae? Entre los distintos niveles, justamente. Entre los dioses del Olimpo, los hombres y el inframundo; o sea, entre los distintos niveles de la conciencia. De hecho, Mercurio es el único que puede bajar al inframundo y volver de ahí. Desde lo más inconsciente simbolizado por el reino de Hadès, el reino de lo amorfo, hasta lo más consciente que sería el Olimpo, la claridad, la luz, hay distintos niveles, Mercurio es el que hace de mensajero conectando los distintos niveles; el que permite que los contenidos puedan pasar de un nivel a otro; llevando lo que aún no tiene forma a la forma, visible.
De esta manera, el lenguaje, al verbalizar sensaciones que aún eran preconscientes, subconscientes, las hace existir, y asimismo las valida, las legitimiza. Este es un proceso muy importante en nuestro crecimiento psíquico y en el desarrollo de nuestra conciencia. A medida que nuestras sensaciones son verbalizadas, a veces por nosotros mismos, pero muchas veces ayudados por otras personas, experimentamos una gran liberación, pues esto las valida y las legitimiza. Cuando no conseguimos verbalizar las sensaciones, las emociones, o cuando nos negamos a hacerlo, las reprimimos. O sea que hacemos como si no estuvieran, como si no existieran. Y cuando hacemos esto, las sensaciones y emociones que están en el preconsciente, actúan desde ahí, actúan desde la sombra. De ahí la necesidad de verbalizar los contenidos inconscientes cuando ya están maduros para hacerlo. Porque esto les da una forma, una existencia, dentro de la conciencia, a partir de la cual podremos ir modificando nuestra percepción de ellos e ir integrándolos. Mientras un contenido, una sensación, una emoción se queda en el nivel subconsciente, no puede ser integrada a la conciencia y a la personalidad.
De forma que Mercurio es la función de comunicación. Tanto la comunicación horizontal entre nosotros y nuestros semejantes, como la comunicación vertical entre los distintos niveles de conciencia. Y estas dos comunicaciones colaboran, se entretejen, ¿cómo? Justamente es gracias a la comunicación que yo tengo con otras personas que verbalizo y que puedo hacer emerger contenidos inconscientes a la conciencia para luego irlos integrando. Entonces Mercurio hace de puente entre las conciencias, nuestras conciencias que no se desarrollan aisladamente, sino tejiendo una conciencia global. Mi conciencia no puede desarrollarse fuera de esta conciencia global, de hecho se nutre de los conceptos y de las palabras que circulan entre todos nosotros.
Entonces, hablando de este entretejer que hace Mercurio entre nosotros gracias a la comunicación verbal, quiero llegar a un segundo y muy relevante aprendizaje geminiano, que es la capacidad de relativizar. ¿Cómo me ayudan los demás a crecer en conciencia? ¿Y cómo los ayudo yo a ellos? Mediante la relativización.
¿Qué significa relativizar? Mirar algo desde varios puntos de vista. Todos tenemos una subjetividad muy potente. ¿Qué es la subjetividad? Es ver las cosas desde cierto punto de vista propio, y ese punto de vista no es aleatorio; está producido por mi ego. ¿Qué es mi ego? Mi ego es mi autoimagen en un momento dado de mi vida. Esto que yo creo ser en un momento dado de mi vida, esta autoimagen que tengo, que puedo llamar también «ego», me induce a mirar a los demás, a mirarme a mí misma, y a mirar las situaciones desde cierto punto de vista. Evidentemente será el punto de vista que más confirme esta autoimagen, que más la valide, que más la confirme, que más me dé la razón, vamos, para decirlo simplemente. Entonces, desarrollar la capacidad de relativizar, ¿qué significa? Pues poder dejar entrar a mi conciencia otros puntos de vista que no sean aquel subjetivo que a mí me nace siempre, que es el que más me confirma, que más me da la razón, pero que realmente no me permite entender realmente qué pasa, y quién soy, y qué pasa con el otro, y qué le pasa al otro, etc.
Entonces, el trabajo geminiano es un trabajo de flexibilización. Pero no es tanto una flexibilización mental, pues la mente es flexible por naturaleza, sino una flexibilización del ego. Es un trabajo sobre el ego, de flexibilización, de apertura, para dejar entrar otros puntos de vista, e incluso no solamente dejar entrar los que me traen los demás, sino poder yo misma generar más puntos de vista sobre una misma situación, sobre una persona o sobre mí misma. Es decir, poder generar un pensamiento mucho más complejo, una mirada mucho más compleja.
Símbolo
Géminis, el signo de la mente y la comunicación, está simbolizado por los gemelos. ¿Qué son los gemelos? Lo que es a la vez igual y diferente. Los gemelos tienen un mismo genoma, sin embargo, como personas van desarrollando, van expresando, diferencias.
En primer lugar, esto simboliza la manera en que funciona la mente; esto es, asociando y diferenciando; vinculando y desvinculando conceptos y palabras.
En segundo lugar, este símbolo nos habla de la irreductible diferencia que subsiste en la comunicación, aún cuando creemos hablar el mismo idioma y entendernos a la perfección.
Finalmente, simboliza la dualidad y la unión presente en la misma.
Datos técnicos
Para observar en una carta natal la fuerza relativa de la energía geminiana y de Mercurio, tendremos en cuenta los siguientes elementos: Sol, Luna o Ascendente en Géminis; Sol o Luna en casa III; Mercurio en casa I, casa X o casa XII; varios planetas en Géminis; aspecto de conjunción, oposición o cuadratura entre el Sol o la Luna y Mercurio.