Qué simboliza la carta natal
Serie de artículos sobre las bases de la astrología humanista.
Es un código
La carta natal es una especie de código, como el código presente en una semilla, como la información que contiene el ADN de nuestro código genético, pero en un nivel más sutil; es un patrón vibracional; es la estructura energética que nos toca encarnar individualmente.
Es una especie de sello que nos marca en el nacimiento; un sello analógico con la disposición energética del organismo del cual formamos parte que es el sistema solar. Este sello nos da una estructura vibracional propia, aunque evidentemente compuesta por elementos que tenemos en común con los demás seres humanos; o sea que no somos absolutamente únicos, sino que contamos con una disposición energética o vibracional específica, que da lugar a todo lo que vamos a ser a lo largo de nuestra vida, a todo lo que vamos a vivir a lo largo de nuestra vida.
O sea que, en principio, no podemos ser nada fuera de este código, ni nos puede pasar nada fuera de este código. Pero esto significa también que la posibilidad de plasmación, de encarnación, de este código es prácticamente infinita, porque la inmensa cantidad de vivencias de una existencia se encuentra implicada en él.
Tomemos un ejemplo: si mi emocionalidad, esto es mi Luna, tiene una faceta escorpiana dominante con otra faceta acuariana también dominante y alguna otra faceta secundaria ariana, y quizás también añadámosle otra faceta secundaria geminiana, este combo va a dar lugar, a lo largo de mi vida, a miles y miles de situaciones afectivas, vinculares, algunas más íntimas, otras menos, de sensaciones de estar en casa o de no estar en casa, de sensaciones de pertenecer o de no pertenecer, de maneras de contactar con los demás, de maneras de sentirse emocionalmente, o sea una infinidad de experiencias. Pero todas aquellas experiencias expresan, manifiestan, esta particular combinación energética que es la que, en mi carta natal, describen las características de mi Luna; este combo energético es el que me toca vivir en el ámbito afectivo. Y cuando digo el que me “toca” vivir, suena un poco a condena, pero, realmente, más que el que me toca vivir, es el que me toca integrar.
Es un telar en el cual la consciencia aprende a tejer las distintas cualidades energéticas
Es importante aquí tener presente que, ya sea la emocionalidad (la Luna) o cualquier otro aspecto de la psique que describe la carta natal (cualquier otro planeta o casa), tiene múltiples facetas; estamos muy acostumbrados a simplificar identificándonos con un solo signo, mientras que somos los 12 signos en una cierta disposición, y cada una de mis funciones psíquicas, simbolizadas por los planetas en mi carta natal, también tiene varias facetas energéticas.
Justamente, el hecho de que cada aspecto de nuestra carta natal, es decir cada aspecto de nuestra psique, sea un compuesto de facetas energéticas, descritas por ese lenguaje simbólico que es la astrología, implica que, a lo largo de nuestra existencia y a medida que nuestra conciencia va creciendo, va madurando, vayamos encontrando maneras cada vez mejores de vivir estas distintas facetas, compatibilizándolas, integrándolas. Aunque este progreso no se da necesariamente; depende del viaje de cada conciencia.
Volviendo al ejemplo de una Luna con 4 tonalidades energéticas (que cualquier Luna va a tener), este combo entraña un desafío de integración, la cual será mi maduración afectiva y emocional a lo largo de mi existencia. ¿Por qué hablo de desafío de integración aquí? Mi psiquismo personal no vive como compatibles estas energías, y esto me pasa porque tampoco el psiquismo colectivo las percibe como compatibles. La energía escorpiana es extremadamente fusional mientras que la energía acuariana es extremadamente anti-fusional, y las energías escorpiana y ariana son intensas, mientras que las energías acuariana y geminiana huyen de la intensidad emocional. Entonces, ya de partida, tengo un conflicto interno, un desgarro interno, que voy a vivir en miles de situaciones en mi vida, desarrollando diversas estrategias a lo largo de mi vida para gestionar esta peculiar interacción energética que se da en mi vivencia emocional y afectiva; estrategias que funcionarán un tiempo y que luego, al contrario, me encerrarán, como todas las estrategias psicológicas que elaboramos a lo largo de la vida.
Entonces, volviendo a lo que decía al principio, mi carta natal encierra miles y miles de posibilidades de plasmación, en términos de experiencia, de lo que es mi estructura vibracional, la cual se transforma en estructura psicológica. Mi carta natal no dice exactamente qué me va a pasar, ni cómo voy a evolucionar. De hecho, nadie puede predecir cuál será el recorrido de mi conciencia dentro de ese mapa energético que es mi estructura natal.
La astrología no es determinista; la astrología es explicativa, es descriptiva.
Es fascinante ver cómo la estructura compuesta por un aspecto entre dos planetas que están en ciertos signos y en ciertas casas, es decir una determinada estructura astrológica, puede resumir tan profundamente, tan sintéticamente, un montón de vivencias mías. Es ahí justamente donde está el tesoro de la astrología: no mirando hacia el futuro, queriendo predecir, como se ha practicado la astrología durante siglos, sino al contrario mirando hacia atrás lo que viví, o en el presente lo que estoy viviendo, y poder entender la estructura profunda, la trama profunda, de lo que se está jugando en ciertas relaciones, en ciertas situaciones. Y esto es fascinante porque profundamente aclarador. Esto nos propulsa más allá del bien y del mal, más allá del juicio; si es una situación buena o mala, si lo he hecho bien o mal, si eso es lo que me merezco o no, si lo tendría que haber hecho de otra manera…
Esta mirada astrológica, la de la astrología humanista, nos propone entendimiento, comprensión, haciéndonos ver que, de todas formas, no podría haber sido o no podría ser de otra manera, pero que tiene un porqué y un para qué; es decir que hay una lógica evolutiva detrás de todas nuestras vivencias, y esta lógica evolutiva, la astrología nos la puede describir muy precisamente a través de la carta natal, es decir la estructura de partida y de cómo esta carta natal se va desarrollando a través de los tránsitos, los cuales marcan el compás de nuestro desarrollo.
Entonces, lo que yo encuentro fascinante y para mí lo más valioso de la astrología es que nos enseña a pensar en términos energéticos lo que estamos acostumbrados a pensar en términos psicológicos, permitiéndonos entender sin juzgar si algo está bien o mal.
En nuestra psique las cualidades energéticas dialogan; éste es el tejer
Voy a dar algún ejemplo: si tengo mucha energía de Aries en cualquier ámbito o función de mi estructura, voy a ser competitiva, voy a querer ir por delante, me va a costar tolerar tener a alguien por encima o por delante que me diga por dónde es o de qué manera se ha de hacer, voy a ser impaciente, impulsiva… aunque estas manifestaciones de mi lado ariano dependen del contexto energético del resto de mi estructura, porque evidentemente no soy solo Aries; esta parte de mí Aries está conviviendo con todo el resto. O sea que hay muchas maneras en las que se puede plasmar. Pero, lo que quiero decir aquí es que esto tiene un sentido más allá de que me parezca bien o mal ser impulsivo o ser individualista o ser líder; no se trata de juzgarlo; ¿para qué juzgarlo? Entendamos que hay una parte de la psique humana colectiva, y por tanto, también individual, que tiene que ser ese patrón energético ariano de conquistar, explorar lo no explorado, ir hacia lo nuevo. ¿Cómo evolucionaríamos, tanto colectivamente como personalmente, si no hubiera dentro de nosotros esta función ariana de renovar, de ir hacia lo nuevo, de atreverse?
Pero, claro, para poder atreverse, hacen falta una confianza, un impulso y una potencia que no dejan lugar para que me enseñen hacia dónde, ni que me enseñen de qué manera, ni para “hacerlo bien”. Aquella parte del psiquismo que juzga mal la parte ariana es la parte capricorniana; la cual es igual de buena y necesaria, pero sirve en otras situaciones, o, mejor dicho, tiene que dejar espacio también para que se manifieste la ariana; o sea que son complementarias. En nuestra parte capricorniana, queremos hacerlo bien, entendemos que todo tiene una estructura y percibimos las situaciones en términos de metas, de resultado. Mientras que, a la parte ariana de mi psique, no le interesa el resultado; percibe el aquí y ahora, y conecta con la necesidad de dar un paso adelante. En cambio, la parte Capricornio sería la parte que planifica, que visualiza hacia dónde vamos y con qué objetivos, y por tanto piensa cómo usar de la mejor manera los recursos a disposición. No hay una manera mejor que la otra; son dos maneras necesarias y complementarias dentro de la psique humana.
Ahora, evidentemente, si estos símbolos astrológicos aplican para todo el mundo es porque nos hablan del psiquismo humano colectivo.
La carta natal es una partitura de música
Podríamos hacer una comparación con la música. Un compositor no inventa las notas, sino utiliza las notas existentes y con ellas compone algo; lo mismo pasa con nuestra particular estructura, nuestra partitura de vida que es nuestra carta natal, que está compuesta de las mismas notas con las cuales están compuestas también otras cartas natales, pero en una combinación y con unas proporciones de tonalidades diferentes. Y luego está el intérprete que va a interpretar esta partitura, que es la conciencia de cada persona. Entonces, mi manera de vivir la vida será el reflejo de cómo mi consciencia interpreta esta partitura que me ha tocado. Y ahí hay un potencial de evolución, un potencial de cambio; es evidente que, según las etapas de mi existencia, no siento, ni pienso, ni actúo de la misma manera mi propia energía.
Pero, también estamos fuertemente condicionado a interpretar esta partitura de cierta manera, lo mismo que un intérprete, un músico, no interpreta una partitura desde cero completamente, como si no hubiera habido músicos antes que él, como si él no hubiera aprendido de otros músicos, y de generaciones de músicos; o sea, hay un condicionamiento de cómo voy a interpretar una partitura y no es nada fácil interpretarla de una manera totalmente nueva, totalmente original, totalmente singular. Justamente, ahí está el desafío del artista, y éste es exactamente el mismo desafío que en nuestra vida personal: poder interpretar todas aquellas influencias psíquicas del inconsciente colectivo que nos condicionan a vivirlo todo de cierta manera; el amor, el afecto, el sexo, lo femenino, lo masculino, la relación con los hijos y con los padres, la muerte, la vejez, el dinero, el poder, la frustración, la maduración, la estructura, la expansión, etc.
Y también esas energías que son las que componen nuestra partitura, esto es nuestra carta natal, el psiquismo colectivo tiene cierta manera de interpretarlas que condiciona muy fuertemente nuestra manera de vivir nuestra estructura natal.
Así, podríamos decir que como individuos estamos ante el desafío de hacer lo mejor que podamos con el paquete que se nos ha entregado al principio. Simbolizando entonces la carta natal lo que nos toca aprender, lo que nos toca transitar, lo que nos toca integrar, lo que nos toca entender, lo que nos toca encarnar de la mejor manera posible, de la manera más consciente posible, sobre todo. Y de esta manera, también, aportar nuestro granito de arena a la consciencia colectiva, al igual que el artista aporta su contribución a la creación humana.
Este trabajo evolutivo, de consciencia, lo hacemos, sepamos o no de astrología; no hace falta conocer la carta natal para hacerlo. Ahora, poder contar con el simbolismo astrológico, con la mirada astrológica, para entender que lo que me condiciona a vivir ciertas cosas es tal condicionamiento del inconsciente colectivo, o que cierto conflicto interno que vivo tiene que ver con cierta estructura de mi carta natal, y que esto tiene una posibilidad de integración que va en aquella dirección, o que tal que conflicto con otras personas también tiene que ver con un conflicto interno que puedo rastrear en mi carta natal… Todo esto es una fuente de conciencia, de lucidez, de distancia en relación a mis vivencias, que me facilita enormemente aquel trabajo de interpretar lo mejor posible la partitura que me ha tocado.