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Serie de artículos sobre los signos del Zodiaco enfocándolos como  facetas del psiquismo humano y caminos evolutivos que todos recorremos.

Qué simbolizan energéticamente y psicológicamente:

Aries es la fase de inicio del ciclo zodiacal. Como tal simboliza el inicio de cualquier proceso y el nacimiento.

En la época Aries del año solar, podemos ver esta energía en el verdor y la ternura del follaje que emerge de una corteza endurecida, vieja, seca. Éste es el simbolismo de Aries: lo nuevo emerge de lo viejo.

Esto implica que hace falta mucha potencia, mucha fuerza para nacer, para extraer lo nuevo de la ganga de lo antiguo. Eso lo podemos observar en la fuerza de la savia que hace brotar el follaje primaveral, tan tierno, de una corteza dura y seca. Lo podemos observar también en la fuerza del germen de una semilla enterrada que puja hacia el calor y la luz del suelo haciéndose camino en la tierra. Así como lo podemos observar en el nacimiento de un bebé mamífero, especialmente de un bebé humano, que durante horas puja para extraerse del útero.

Así, nacer, iniciar, requiere mucha fuerza, un gran gasto energético, mucha potencia y mucha definición para dirigir la energía en una clara dirección, y así abrirse camino nuevo en lo ya existente. Pensemos que el nacimiento de un ser representa la conquista de un espacio vital en un contexto que antes no contaba con él: éste es el movimiento ariano fundamental: conquistar espacio vital.

Podemos observar en el follaje tierno de primavera, que lo tierno, a pesar de ser frágil porque es nuevo, a la vez tiene más potencia que en cualquier momento posterior de su desarrollo. Porque en un bebé, en una plántula, los procesos biológicos son muy rápidos; la reproducción celular se hace a altísima velocidad, lo cual significa que la vitalidad está en su máximo en ese momento.

Lo nuevo es potente porque es potencial, porque aún la energía no se ha gastado en formas. Lo cual también implica que en esta fase del proceso todo está en potencia, aún no hay ninguna forma definida, nada seguro, nada claro; es un momento potente pero ciego.

El inicio nace del final como Aries nace de Piscis. Lo nuevo no nace de la nada, ni nace aleatoriamente, sino que lo nuevo por vivir que simboliza Aries es el fruto de lo vivido anteriormente; todo lo nuevo es a la vez una continuación de lo anterior.

De esto, por ejemplo, somos cada vez más conscientes como individuos en relación a nuestras herencias. Es decir que somos cada vez más conscientes de ser partes de un sistema familiar y de que además de heredar genes, heredamos también patrones inconscientes.

Ahora, si aplicamos este patrón a la secuencia de experiencias de una vida, podemos ver que todas las experiencias que vivimos están encadenadas las unas con las otras, lo cual es justamente el sentido del concepto oriental de «karma». Así lo que nos dice Zodiaco, como símbolo circular, que termina primero en Piscis antes de volver a empezar en Aries, es que el grado de potencia, el grado de novedad y de libertad que encierra un nuevo comienzo, sea éste más pequeño o más grande, va a depender de cuán digerido, de cuán acabado esté el ciclo anterior.

Piscis es aquella última fase del ciclo en la cual toca destilar la experiencia. Es una fase de retiro, de digestión, que prepara el nuevo comienzo, para que éste sea más potente, más libre, más creativo, más nuevo; que arrastre el mínimo de cosas no resueltas, no entendidas y que necesitarían ser vividas otra vez, a través de otras formas.

La tradición cristiana, que está basada en las tradiciones paganas mucho más antiguas, celebra el renacimiento ariano del año solar a través del símbolo de la resurrección de Cristo que se celebra en Pascua. Y justamente Pascua, en la tradición cristiana, es precedida por la cuaresma; 40 días de ayuno y abstinencia, tradicionalmente. Lo cual corresponde justamente con aquella fase pisciana de preparación del nuevo comienzo mediante una purificación, una limpieza. Y hoy en día, en nuestra cultura post-religiosa, seguimos sintiendo esta necesidad de desintoxicación antes del reinicio primaveral a través de dietas depurativas.

Camino evolutivo

Aries es un signo de Fuego y Cardinal, esto es, la combinación más yang del Zodiaco. Como acabo de explicar, hace falta mucho ímpetu, mucha potencia, mucha definición, para nacer, para iniciar, para extraerse de la indiferenciación, simbolizada por Piscis.

A nivel psicológico, Marte es la función psíquica de agresividad, de defensa del propio espacio vital y de autoafirmación; la que nos permite conquistar, ocupar y defender nuestro espacio vital; la que nos impulsa a conquistar y crear nuevos espacios de experiencia, tanto interna como externamente; nuevos espacios de expresión para nosotr@s. Lo cual requiere un atrevimiento, una valentía, el asumir un desequilibrio interno y externo, pues estamos rompiendo un status quo proponiendo y exponiéndonos a lo desconocido. Aries es crear lo nuevo, y lo nuevo aún no ha tomado forma, así que estoy dirigiéndome con toda potencia hacia un lugar que desconozco. No puedo saber desde el inicio cómo será la experiencia. Y este desconocimiento, esta ceguera del inicio que simboliza Aries, es justamente lo que lo hace muy valiente.

Cuando hablamos de la energía Aries, hablamos de nuestra parte más animal, más salvaje, más instintiva. En el Zodiaco, Aries hace cuadratura al eje Cáncer-Capricornio, desafiando e interfiriendo en lo conocido, lo que nos da seguridad, la estructura social que nos protege y nos limita.

Por tanto, el desafío de integración que plantea la faceta Aries en nuestra estructura energética será: ¿cómo domesticar este animal interno sin caparlo? Pues por muy potente que sea esta energía primordial, no actúa nunca sola, sino que interactúa con el resto de la energía. De hecho, es toda la cruz cardinal, a la cual pertenece el signo de Aries, la que contiene el impulso ariano y contribuye a domesticar su energía salvaje; Cáncer son la sensibilidad emocional propia y ajena; Libra con las relaciones interpersonales y la convivencia con otros; Capricornio con las reglas sociales y las jerarquías.

La dificultad aquí es madurar la expresión del deseo, no reprimirla. Cuando la reprimimos, deviene en reacción agresiva, en rabia y en desvitalización. En este aprendizaje, la gran aliada de nuestra parte ariana/marciana es evidentemente nuestra parte libriana/venusina. La danza entre nuestro masculino y nuestro femenino puede resultar en un aprendizaje complejo para much@s de nosotr@s.

Símbolo

El animal elegido por los astrólogos babilónicos para simbolizar esta fase del ciclo solar es el carnero: un macho (energía yang) con unos cuernos imponentes en la cabeza (la cabeza simboliza el inicio; salimos del útero de la madre y al mundo por la cabeza); unos cuernos de forma espiralada que a su vez simbolizan que todo inicio emerge de un ciclo anterior, y toda fase de una fase anterior.

Además, como todos los animales de cuernos, el carnero defiende su territorio y manifiesta su potencia, su fuerza, luchando a cabezazos. Este movimiento arquetípico en muchos animales es análogo al que nosotr@s hacemos con nuestro lenguaje verbal y no verbal para autoafirmarnos en nuestra vida relacional.

Datos técnicos

Para observar en una carta natal la fuerza relativa de la energía ariana y de Marte, tendremos en cuenta los siguientes elementos: Sol, Luna o Ascendente en Aries; Sol o Luna en casa I; Marte en casa I, casa X o casa XII; varios planetas en Aries; aspecto de conjunción, oposición o cuadratura entre el Sol o la Luna y Marte.

Serie de artículos sobre los signos del Zodíaco enfocándolos como facetas del psiquismo humano y caminos evolutivos que todos recorremos.

Qué simbolizan energéticamente y psicológicamente:

Escorpio es el segundo signo de Agua, y tiene dos regentes: Marte, su regente tradicional, y Plutón, su regente moderno.

Para entender Escorpio, podemos ponerlo en el contexto de los 3 signos de Agua. Dado que el Zodiaco describe un proceso evolutivo -el viaje de la consciencia humana, que es un viaje cíclico y espiralado- en cada Elemento hay un movimiento evolutivo a través de los 3 signos del mismo; no una evolución de peor a mejor, sino una complejización.

Siendo el Elemento Agua el ámbito del Inconsciente, podemos ver en Cáncer, el 1er signo de Agua, un primer nivel inconsciente, con los hábitos, los automatismos, las marcas (traumas) dejadas por la experiencia (Cáncer simboliza la infancia, el pasado, la memoria) y las estrategias defensivas derivadas de esas marcas (Cáncer es la auto-protección); o sea el nivel personal sobre el cual se trabaja en terapia.

Siguiendo con este descenso por el sótano de nuestra psique, Escorpio sería el 2º nivel donde encontramos las pulsiones, los instintos primarios de supervivencia y de depredación; esto es, el nivel animal del ser humano; un nivel más profundo y más reprimido; y un nivel menos personal, ligado a la especie (Plutón, su regente, es un planeta transpersonal).

Finalmente, Piscis (también regido por un planeta transpersonal, Neptuno) simboliza la parte más profunda de nuestra psique donde encontramos los arquetipos del inconsciente colectivo que ordenan y condicionan nuestra percepción de la realidad.

El regente tradicional de Escorpio, Marte, dios de la guerra, representa la función psíquica de auto-preservación y auto-afirmación, que va asociada a la pulsión sexual y a la agresividad.

El regente moderno, Plutón, dios del infra-mundo, soberano del reino de los muertos, simboliza la potencia transformadora del ciclo vida-muerte; no es una función psíquica personal, sino transpersonal.

El infra-mundo, con el río Styx, simboliza el inconsciente y sus corrientes subterráneas; es decir nuestro nivel emocional profundo. Hades (el nombre griego de Plutón) significa “no forma”; es la energía psíquica inconsciente, llamada libido por Freud, quizás comparable a la materia oscura, que es muy potente y, siendo invisible, lo mueve todo.

La función plutoniana puede compararse con la actividad volcánica; el magma, masa en fusión, o sea amorfa, cuya presencia es uno de los condicionantes de la vida en la Tierra, se manifiesta exteriormente en erupciones volcánicas que podríamos comparar con los escapes pulsionales. Las erupciones volcánicas son destructivas y a la vez fertilizadoras, porque traen a la superficie terrestre elementos químicos escasos desde las profundidades; de hecho, Plutón proviene de la palabra griega plouto, riqueza.

De forma semejante, nuestro psiquismo guarda en sus profundidades elementos reprimidos, que necesitan manifestarse en un momento dado y, cuando lo hacen, necesariamente provocan transformaciones, que muchas veces vivimos como destrucciones, pero son liberaciones.

También podemos ver aquí una metáfora del proceso curativo, con el cual está asociada la energía escorpiana; la enfermedad se puede concebir como un bloqueo, un estancamiento energético, que necesita ser destruido para liberar la energía ahí retenida; lo que se destruye en el proceso curativo es de orden inconsciente y emocional; es una manera de sentir.

Camino evolutivo:

En su investigación de nuestra psique profunda, Freud identificó una pulsión de vida y una pulsión de muerte como su dinamismo básico. En astrología, esta polaridad está simbolizada por el eje Tauro-Escorpio. En el nivel fisiológico y biológico, podemos observar que vida y muerte son mucho más entretejidas de lo que nuestra consciencia logra admitir, pues para seguir vivos, los organismos vivientes necesitan renovar constantemente sus células, esto es morir constantemente; y también necesitan ingerir alimentos, los cuales son organismos vivos destruidos. En el nivel psíquico también, cualquier estancamiento es sinónimo de enfermedad, pues la naturaleza de lo vivo es transformarse siempre; y esto supone dejar morir en nosotros sentimientos, apegos, relaciones, ideales y deseos.

Esto es fácil de describir y conceptualizar, pero es duro de vivir, para toda/os nosotra/os. La muerte y el dolor, así como la manifestación de lo pulsional, nos inspiran terror, porque son destructivos. Y ese terror provoca una reacción defensiva en nosotros: el conflicto y el control. Luchar contra lo y los que amenaza(n) nuestra seguridad y nuestro ego, así como usar estrategias para obtener lo que queremos y evitar lo que no, es nuestro día a día humano. Sin embargo, ahí dejamos mucha energía y añadimos sufrimiento al dolor. Y ahí está el desgarramiento escorpiano: entre saber que no hay otra que soltar y sin embargo resistirse.

Otra forma de este desgarramiento es el conflicto entre nuestros bajos sentimientos y nuestro idealismo. Como decía al principio, nuestro nivel escorpiano es el del animal dentro nuestro, con sus instintos de supervivencia y depredación, y las emociones humanas derivadas de ellos. Sin embargo, el nivel consciente que idealiza el ser humano, reprime ese nivel animal y siente hacia él los 3 sentimientos escorpianos por excelencia: miedo, culpa y vergüenza.

Y estos 3 hábitos emocionales inconscientes que toda/os tenemos se plasman así: nuestro miedo hace que desconfiemos; nuestra culpabilidad hace que culpemos y odiemos; nuestra vergüenza hace que despreciemos.

En conclusión, el aprendizaje escorpiano, que es muy duro, es rendirse, soltar los apegos, abandonar la ilusión de control. Tal y como la vivimos la mayoría de los seres humanos, la energía escorpiana se manifiesta en combatividad, resistencia y dureza. Sin embargo, la esencia de este signo de Agua es la sensibilidad. Pero para deshacer esta coraza y salir del conflicto, hay que aceptar la bajeza, la imperfección, la pérdida y el dolor; hay que aceptar perder.

Símbolo:

El escorpión es un animal arcaico; se han encontrado fósiles de más de 400 millones de años. Al igual que los dos otros animales que simbolizan los signos de Agua (el cangrejo y el pez), es de sangre fría, esto es, una categoría más antigua evolutivamente en el reino animal. Este arcaísmo es el de nuestro subsuelo psíquico, el de nuestro inconsciente, que está constituido por materiales provenientes del pasado; el pasado personal y familiar en el nivel canceriano, y el pasado de la especie en los niveles transpersonales de Escorpio y Piscis.

Al igual que el cangrejo de Cáncer, el escorpión tiene caparazón y pinzas, y se refugia en agujeros y entre rocas. El caparazón y, además aquí, el aguijón, simbolizan una actitud marcadamente defensiva. En cuanto a las pinzas, simbolizan el hábito de engancharse energéticamente a otras personas, entablando relaciones íntimas y simbióticas. Finalmente, la tendencia a esconderse y refugiarse a la cual da lugar la presencia de energía canceriana o escorpiana en una carta natal se debe a la gran sensibilidad y vulnerabilidad que esas energías conllevan.

Datos técnicos:

Para observar en una carta natal la fuerza relativa de la energía escorpiana y de Plutón, tendremos en cuenta los siguientes elementos:

Sol, Luna o Ascendente en Escorpio; Sol o Luna en casa VIII; Plutón en casa I, casa X o casa XII; varios planetas en Escorpio; aspecto de conjunción, oposición o cuadratura entre el Sol o la Luna y Plutón.